![]() |
Joshua Cohen. Tomada por Carolina Salcedo |
Josh Cohen siempre ha estado fascinado por las relaciones de los seres humanos con los mundos que los rodean. Tal vez porque creció caminando y jugando en el bosque de Epping, a menudo ha encontrado plantas particularmente buenas para pensar en este sentido. Se formó como Antropólogo Social en la Cape Town University (MSc- PhD), donde se centró en la producción de conocimientos científicos e indígenas basados en plantas. Ahora trabaja como investigador en la Escuela de Política y Estudios Internacionales y en la Escuela de Medio Ambiente de la Tierra de la Universidad de Leeds Inglaterra. Participa en una serie de proyectos que exploran las interrelaciones entre personas, plantas, agua y política en una variedad de contextos de investigación diferentes en el Reino Unido e internacionalmente.
Pregunta 1: ¿Cuál es tu opinión sobre la medida de otorgamiento de derechos a la naturaleza? Como ejemplo, Río Cauca, sus tributarios y cuenca como sujeto de derechos.
Creo que conceder derechos a la naturaleza como una especie de persona jurídica puede ser una forma de ayudar a garantizar ciertos tipos de protección para entidades como ríos, montaña s y ecosistemas que pueden no haber sido protegidos adecuadamente por formas más modernistas de protección jurídica. Por formas modernistas, me refiero a aquellas en las que se asume que la "naturaleza" es una forma de propiedad humana. En el lado positivo, algunos autores han argumentado de forma bastante convincente que los derechos de la naturaleza permiten sentar precedentes en un sentido jurídico, lo que podría significar que los casos futuros podrán proteger los ríos como personas jurídicas de forma más eficaz en el futuro.
Por otro lado, creo que también deberíamos ser conscientes de las limitaciones relacionadas con la concesión de tales derechos. Se corre el riesgo de pasar por alto graves cuestiones estructurales, político-económicas, como la propiedad humana de la tierra. Teniendo en cuenta que el control sobre la tierra está en el centro de tantos problemas de desigualdad, pobreza y destrucción del ecosistema en todo el mundo, esto es algo que no podemos ignorar. En general, creo que los derechos de la naturaleza tienden a reflejar los patrones observados en los enfoques basados en los derechos humanos más consolidados para abordar la opresión y la violencia: son útiles para crear fundamentos jurídicos o constitucionales contra determinados intereses, pero no para cuestionar o desmantelar órdenes políticos y económicos más amplios en general. Además, los derechos carecen de valor sin la capacidad de hacerlos valer, ya sea mediante algún tipo de organización o Estado, o a través de la fuerza pública motivadora de los movimientos sociopolíticos. Desde un punto de vista más filosófico, pero no menos práctico, también me incomoda la idea de que la personalidad jurídica sea de algún modo un paso parcial o a medias hacia algo parecido a las formas de relación con la "naturaleza" que existen en muchos mundos indígenas. Esto parece demasiado optimista cuando estas formas de personalidad jurídica imitan la de las corporaciones y las formas en que deben encajar en una economía política global que se basa fundamentalmente en relaciones transaccionales y alienadas.
Pregunta 2: ¿Cuál es su opinión sobre la Justicia Socioecologica?
Se trata de una cuestión extremadamente compleja que, a su vez, plantea una serie de interrogantes. Por ejemplo, aunque reunir lo social y lo ecológico es un paso absolutamente esencial frente a las concepciones más clásicamente modernistas de la justicia, la posibilidad misma de reunir dos "partes" -naturaleza y cultura- descansa en concepciones muy particulares de qué está hecho el mundo. Lo mismo podría decirse de la justicia. Esto plantea la cuestión de si en la búsqueda de cómo imaginar cuáles son los problemas y las posibilidades de mundos nuevos y más justos, podríamos estar mejor servidos utilizando conceptos no modernistas no tan capturados por las historias, creo, de las que queremos alejarnos. Por eso me gusta pensar en términos de parentesco entre los humanos y el mundo no humano.
Pero aparte de estas cuestiones más conceptuales, la imposibilidad de sanar las violentas rupturas de la modernidad colonial sin considerar adecuadamente la indivisibilidad de los mundos humano y no humano se hace cada vez más evidente en la era del cambio climático inducido por el humano y de las crisis ecológicas. Estoy a favor de una justicia que piense en términos de igualdad entre los propios seres humanos y el mundo no humano. Para conseguirlo de verdad haría falta un proceso revolucionario que me parece una propuesta peligrosa en un lugar como Colombia donde, como señalé en mi respuesta anterior, el poder y la riqueza, y las destrucciones ecológicas enredadas, se reúnen de forma tan desigual y violenta. En caso de que quieran acusarme de hipocresía, creo que ésta es una postura igual de revolucionaria en el Reino Unido, el país en el que nací, un Estado que durante siglos ha sido excelente presentándose como el guardián del juego limpio, mientras jugaba descaradamente un juego geopolítico extremadamente violento en la búsqueda de sus propios intereses. Nada de esto puede sustraerse al precipicio ecológico en el que nos encontramos actualmente, ni a las formas desiguales, tanto para los humanos como para los no humanos, en que se están sintiendo y se sentirán sus efectos.
Se comparte el siguiente artículo el cual puede enriquecer mejor las opiniones descritas en la nota:
Cohen, J. B., Dannreuther, C., Fraundorfer, M., Mackie, C., Martin-Ortega, J., Mdee, A., & Sutil, N. S. (2023). Riverkin: Seizing the moment to remake vital relations in the United Kingdom and beyond. People and Nature, 5, 1877–1892. https://doi.org/10.1002/pan3.10534
0 Comentarios